Sensaciones de Florencia, Italia.

En la facultad tenía una materia llamada  “Historia del Arte”. Creo que podía pasarme horas escuchando todas las cosas que nos contaba y nos explicaba mi adoradísima profesora Mara. Yo escuchaba sus relatos como un niño que escucha un cuento por primera vez. Solo sentía magia y ansiedad por descubrir por mí misma esa ciudad.

Luego de un año se me presento la oportunidad de hacer realidad ese deseo y nos embarcamos en nuestra primera vuelta por Europa, donde recorrimos muchas ciudades de diferentes países  antes de llegar a ella, “La Florencia” de mis pensamientos.

Estacionamos el auto que habíamos alquilado para recorrer parte de Italia, dejamos nuestros bolsos, nos bañamos y salimos de noche a hacer un breve paseo, porque nuestra ansiedad no iba a aguantarse hasta la mañana.

Primera mañana en Florencia. Mucho frio.

Era una noche de invierno muy fría y oscura, ya que Firenze no se caracteriza por ser una ciudad de luz. Así es que en nuestra primera vuelta no pudimos ver mucho y ni hablar de los detalles de arquitectura y arte que están regados por toda la ciudad.

Cementerio de Santa Maria Novela

A la mañana siguiente partimos bien temprano para el casco histórico de la  cuna del renacimiento italiano, dato no menor. Me sentía inmersa en historia, rodeada de  iglesias, palacios, plazas, esculturas, pinturas y arquitecturas inolvidables, gracias a las dos familias más emblemáticas, los Médicis y los Lorena, que durante siglos, han sabido conservar y enriquecer el enorme patrimonio artístico y cultural de la ciudad.

Vista panorámica desde la Plaza Miguelangel, del otro lado del rio.

Mi cara de fascinación ante las obras de los artistas italianos más importantes, como Miguelángel, Donatello, Rafael, Giotto, Leonardo era digna de fotografiar.

Plaza de Santa Maria Novella

Nos pasamos hora caminando y recorriendo. Mirando y disfrutando. Tomando café en sus plazoletas solo contemplando la ciudad que nos tenía fascinados. Estábamos muy cansados y ya con dolores y hasta calambres en las piernas de tanto caminar, pero no podíamos para de recorrer sus calles.  Después de dos días, nos dimos cuenta que no teníamos tiempo de hacer todo lo que queríamos hacer en esa ciudad así que seguimos pero haciendo foco en las cosas que más nos interesaban. Creo que si hubiéramos tenido un mes completo para estar ahí, no nos iba a alcanzar para poder disfrutar de cada detalle.

Después de Amsterdam, viene Florencia con record en bicis.

 

Es linda por donde la mires, más allá de su caos vehicular como pasa en muchas ciudades de Italia. Sin embargo esperaba que fuera un poquito más pintoresca, creo que tiene que ver con la época del año en la que fuimos, el frio y la lluvia, todos los días fueron nublados. Quizás en verano sea aún más atractiva y con más color y brillo. Es así, siempre yo queriendo un poco más… ¡Habrá que volver!

Un regalito del atardecer.

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