Una de las cosas más significativas que hice alguna vez fue esto, soltar tortugas bebes para que vayan al mar. Te cuento como vivimos la experiencia. Llegamos al hotel Grand Palladium Riviera Maya Resort & Spa sabiendo que este era un “eco hotel”, pero nunca habíamos estado en uno, así que no sabíamos bien de que se trataba y no teníamos noción de las cosas que íbamos a vivir ahí. Ni bien entramos nos recibió el personal del hotel entregándonos una toallas húmedas heladas, para refrescarte del viaje ya que el calor es impresionante. (Más si no estás acostumbrado) Miras a tu alrededor, todo el lobby del hotel estilo colonial, respiras y pensas. “Por fin vacaciones para descansar” tiras un suspiro y de pronto vez pasar un mono por la galería del hotel. Si, un mono. Que te deja totalmente asombrado. Ahí es cuando entendés que este va a ser un viaje totalmente diferente
Después de hacer todas las actividades de rigor que uno hace al llegar a un hotel (ver las comodidades de la habitación, testear el baño haciendo del uno y del dos, tocar todos los botones, mirar por la ventana, abrir y cerrar la caja de seguridad, guardarte un par de jaboncitos de recuerdo, entre otras) te pones la maya y te vas al mar. Me encreme entera, mucho lente de sol, accesorios playeros varios, fotito selfie tomando sol, fotito con el mar, con la playa, con la palmera y con el mozo que te sirve los jugos. Me zambulli en el mar, salí, me seque y nos fuimos con #marido a recorrer la playa. En esa caminata por la orilla del mar, nos encontramos con una estructura hecha de redes y postes de madera, con una especie de “huerta de pozos” Leímos y pedimos información y resulto ser un “campamento tortuguero” cuyo objetivo es la protección, el control de las hembras, nidos y crías.
Cada año de abril a octubre las hembras reproductoras salen del mar hacia la playa para depositar de 100 a 120 huevos por nido. Después del periodo de 45-60 días de incubación emergen las pequeñas tortugas, las cuales son liberadas en la playa. Las tortugas que logran sobrevivir y llegar al estado adulto, quizás regresen a la misma playa del hotel para realizar y completar su ciclo biológico. Por ello, el campamento tortuguero realiza recorridos nocturnos, traslada nidos en riesgo hacia el corral de incubación, protege nidadas in situ y la incubación, revisión y liberación de las crías al mar.
Cada uno de esos nidos tiene su respectivo cartelito donde explica con números y fechas cuando saldrán tortugas bebes. La cuestión es que cada vez que emergen de la arena lo haces muy rápidamente y los cuidadores están atento en cada momento. Para que las tortiguitas tengan mayores posibilidades de vivir y llegar a adultas, cada vez que emerge una tortuguita a la superficie la toman y la guardan un unos cajones de tergopol para luego ser liberadas por la noche, donde los depredadores no puedan comerlas ni matarlas.
Así es que después de un largo rato viendo nacer las tortugas nos fuimos a la habitación del hotel para regresar de noche y poder ser parte de esta experiencia. Al regresar a la playa nos encontramos con los protectores que trabajan en el turno noche, quienes primero tuvieron que “limpiar la cancha de juego” porque había una invasión de algas marinas que visten las playas de negro. Sobre todo por la noche donde no hay mantenimiento ni limpieza de la playa. Una vez que limpiaron y prepararon la pista por donde van a desplazarse las torugas abren la caja de tergopol donde reposan las tortus, y la van acomodando en la arena. Todo esto se realiza con guantes de látex para no impregnar con olores humanos a las tortus ni intercambiar ningún tipo de bacterias.
Algunas de ellas ni bien tocan la arena, salen disparadas al mar, como si el mar las llamara y las invitara e sumergirse. Otras están tan dormidas que necesitan un rato para hacer fiaca y desperezarse. Es tan fuerte el instinto de estos animalitos que el único lugar para donde van es hacia el mar. Jamás se equivocan, se pueden desviar un poco a los costados, pero siempre están esos ángeles guardianes de los proteccionistas para guiarles el camino. La mitad de estas personas que trabajan en la reserva protegiendo las tortugas, trabajan como voluntarios o “ad honoren” lo cual hace mucho más noble la tarea. Ya que también tiene posibilidad de aprender. Esta gente suelen ser lugareños o bien estudiantes de biología que vienen al hotel específicamente a eso. Nos contaron que de cada 1000 tortugas solo 1 o dos sobrevive al medio. SOLO UNA O DOS. Es un número muy bajo, por eso mismo están en peligro de extinción y todo este trabajo es tan importante para que la especie no se pierda.
El proceso nocturno se hace con una luz roja (Lámparas UVA/UVB) para no dañar ni molestar a las torugas con luz brillante.
La sensación de presenciar todo el proceso es algo indescriptible. Te hacen formar parte de uno de los momentos más importante en la cadena de vida de estos animalitos tan hermoso. Nunca jamás imaginamos vivir semejante experiencia que nos tomó por sorpresa.
En el hotel también pudimos encontrarnos con coaties, flamencos, cocodrilos, iguanas, peces Koi, mapaches y muchos animales más que no sé cómo se llaman, porque jamás los habíamos visto. La experiencia natural que te da el Gran Palladium Rivera Maya con sus animales, vegetación y senderos selváticos es una de las más hermosas y naturales que vivimos. ¡Felices!
Te dejamos mas fotos de los animales de este Eco Hotel tan increible.