«Je m’appelle Melani»

Desde las ventanillas solo se podía ver un denso e impenetrable colchón de nubes, destellos de relámpagos y sonidos de truenos eran el show que Beauvais tenia preparado como recibimiento para nosotros.Un piloto experimentado y por demás habilidoso, con gran pericia aterrizo el avión en medio de fuertes ráfagas de viento y la caída constante de agua nieve.
Finalmente estábamos en Francia.
Solo una frase repetíamos para calmar los nervios y reír un poco «je m’appelle Melani» ese era todo el francés con el que debíamos defendernos en los próximos 4 días.
Ya eran las 7.30 pm de la noche y nos dispusimos a tomar un taxi que nos llevaría a «Le Chenal» nuestra casa en por una noche en la campiña francesa… o al menos allí creíamos que se encontraba al pequeña ciudad, tan pequeña que solo tiene 55.000 habitantes según la wikipedia.
El hotel se notaba que era bastante entrado en años, al entrar a la recepción la chica que nos recibió no hablaba ni un poquito de Ingles, o Italiano y menos que menos español, pero se la notaba muy predispuesta a intentar entender lo que le preguntábamos con nuestro lenguaje de señas improvisado.
La habitación hermosa, retro, pero con persianas automáticas.
Después de la reglamentaria visita al baño y desparramar el equipaje por todo el lugar salimos en búsqueda de una pizza… si, una pizza autóctona francesa. Dimos 1 vuelta a la manzana y supusimos que a las 8 de la noche no ibamos a encontrar muchos lugares abiertos y nos dirigimos al «Kioskito» que se encontraba entre «Le Chenal» y la estación de trenes.
«Le Kiosque», un hermosisimo lugar, un restó de no se cuantas estrellas y un ambiente mágico, El dueño se presentó junto a un mozo para mostrarnos la carta cómodamente escrita en una pizarra en perfecto francés del cual nosotros obviamente no entendimos nada, lo único que dejamos en claro fue «NO fish, please», también fue lo único que nos entendieron porque nadie hablaba ni español, ni ingles, ni italiano y menos que menos portugués.
A continuación nos sirvieron 3 platos simplemente exquisitos que no voy a describir para evitar seguir escribiendo 5 párrafos sobre la asombrosa combinación de sabores.
Solo puedo decir para finalizar que la búsqueda de la pizza nocturna termino en una de las mas gratas sorpresas de nuestra estadía en el país galo, una noche impagable en un entorno mágico.
No dejen de visitar Beauvais, y traten de que no sea solo de paso.

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